Merece la pena dedicar unos minutos a hacer una lista de cuáles son tus miedos en determinados ámbitos de tu vida.
Por ejemplo, en las relaciones de trabajo, en la pareja, en la familia etc.
Tengo miedo a enfadarme
Tengo miedo a irme a la hora
Tengo miedo a hablar en público
Tengo miedo a sentir deseo
Tengo miedo a conocer a alguien
Tengo miedo a perder el control
Y en cada una de ellas, hay un niño/a herido que no pudo expresarse, y que utilizó el miedo para anular sus necesidades y deseos. Pero los deseos siguen ahí, y quizá si escuchamos con detenimiento en algunos de ellos, esté nuestra alma susurrándonos.
Y ahora los convertimos en deseos:
Tengo miedo a enfadarme = Quiero enfadarme
Tengo miedo a irme a la hora = Quiero irme a la hora
Tengo miedo a hablar en público =Quiero hablar en público
Tengo miedo a sentir deseo = Quiero sentir deseo
Tengo miedo a conocer a alguien = Quiero conocer a alguien
Tengo miedo a perder el control = Quiero perder el control
Así nuestro deseo y nuestra necesidad quedan al descubierto, y se va despejando poco a poco el camino para satisfacerlas, o trabajarlas de otra manera más posibilitadora.
Este ejercicio no sirve para todos los miedos, hay algunos con los que no va a funcionar, pero te animo a que hagas una extensa lista de tus miedos y los pongas también en la columna de los deseos, a ver qué sucede.