Tratamos de buscar certezas, estructuras mentales y materiales. 

La arquitectura, Los objetos, las etiquetas, los mapas, los tópicos, las opiniones, tantas cosas.

Pero la esencia no está contenida en las formas.

Más bien al revés:

Las formas están contenidas en la Esencia, y ocupan solo una minimísima parte de la misma. 

Y así nos damos cuenta de que todas las formas pertenecen, que todas las diferencias son pura ilusión.

Que lo que nos separa, No existe.

El problema de las formas es que generan identidades, divisiones, bandos, preferencias, gustos, buenos y malos, cuerpos más adecuados que otros. ¿Perdón?

También tienen su función, establecen caminos hacia lo desconocido, seguridades, “certezas”…

Y por supuesto, generan tensiones energéticas, polaridades ,conflictos necesarios para el aprendizaje y saltos de conciencia de los seres humanos.

Los países, las banderas, la política, las leyes, la economía, cuando etiqueto a los demás, a mis amigos y a mis enemigos,

Las religiones.

¡Tanto dolor y sufrimiento por creernos que las formas son la realidad! Por vivir en cárceles mentales, en rutinas mortecinas.

Y no puede ser así, porque las formas son solo intentos de explicar o acotar lo infinito, pero no son el infinito.

Y cualquier intento de agarrarnos a las formas nos llevará a la lucha. Porque podemos crear algunas seguridades, pero finalmente cuando todas las formas caen y llegamos al límite de nuestra conciencia individual todo sigue siendo Misterio.

Y ante el Misterio de la Vida, de la Mente Cósmica, desde mi experiencia (puede que cambie de opinión en el futuro) solo queda una solución para vivir cada instante desde la presencia…

Volver al instinto y al cuerpo, abrir el corazón. Ver lo sagrado en cada átomo, en cada ser, en cada persona. Celebrar la vida y el Amor. Entregarse al vacío de la impermanencia.

¡Vivir y morir en cada segundo! Bailar! Cantar! Crear!

Volver a ser niños y niñas, pero conscientes…

¡Ponte una canción y baila! ¡no pierdas más tiempo!