Este es posiblemente uno de los mejores estados que podemos alcanzar.
Desde la conciencia, ser conocedores del regalo que nos ha sido dado, y la oportunidad tan grande de evolución y aprendizaje. No todas las almas pueden bajar a experimentar entre nosotr@s.
Dicen que sólo las más valientes están dispuestas a dejar su hogar para venir a habitar la humanidad, por el olvido del paraíso, por los barrotes que pone el Ego a nuestro corazón.
Pero existe un lugar, un estado de conciencia, donde hacemos las paces con la rudeza humana, con el oscurecimiento de la conciencia que nos rodea, para poder celebrar y agradecer profundamente y con humildad la existencia.
Vivir la vida en plena entrega al presente, nos acerca más a la posibilidad de trascendencia y felicidad.
Y no digo que sea fácil, hay caminos largos, heridas que sanar.
Aún así, es posible.