No hace falta que juegues a intentar parecer buena gente, aparentar “buenismo”, el o la bienintencionada, porque estas actitudes no se fingen, y no cuesta esfuerzo serlo cuando son expresiones auténticas.
Tiene mucho más valor que seas real, transparente, también con tus sombras.
Quizá no seas siempre tan buen@ ni amoros@, quizá también seas manipulador y hagas las cosas con un interés oculto, juegues al victimismo, o te alimentes de un espíritu sádico, que te pongas por encima de los demás en silencio. El mundo está lleno de tiranos bienintencionados. De huecas sonrisas.
Lo más probable es que sea inconsciente, que no sea algo visible en ti, y que te cueste reconocerlo si no haces un proceso de introspección. ¿para qué querríamos saborear lo que nos sabe mal de nosotros?
Intentamos reprimir nuestras emociones inadecuadas, nuestra rabia, nuestro derecho al enfado, nuestra necesidad de vivir con libertad y autenticidad a cambio de encajar. Cortas tu impulso hacia la vida, escondiendo tu sombra de ti mism@. Escondes una parte de ti y ya ni te conoces.
No seas buena persona, encárgate más de identificar, aceptar y amar a tu parte más sombría. Basta de máscaras y frases hechas de librillo que vuelven esconder lo que eres.
Y desde ahí, tras un trabajo intenso con tu parte fea, puede que encuentres una enorme puerta al corazón donde el amor brota a borbotones sin necesidad de aparentar nada.
Un amor que no juzga, y que no quiere nada a cambio.