A veces podemos sentir presencias espirituales o energías que están cerca.

Pueden cobrar mayor o menor fuerza. Podemos escucharlas con nitidez, o verlas de manera más borrosa.

Otras veces podemos experimentar extasis espirituales, viajes astrales, clarividencia, Intuiciones muy fuertes. 

Y luego llega el Ego con la intención de apropiarse de la experiencia, anulándola en su esencia. 

A veces nos traen mensajes, a veces, como en el caso de un ser querido nos pueden dar paz.

Pero lo que veo es que es mucho más habitual de lo que parece. Muchas personas afirman experimentarlo en silencio, sin exponerse al juicio de la sociedad.

El juicio de una sociedad enferma y narcisista cuyos miembros hemos olvidado paradójicamente quiénes somos realmente y nuestro potencial.

No destacar, que no nos llamen locos/as.

A menudo, decimos “me lo habré inventado” , o “será la sugestión”. 

Lo cierto es que es un proceso muy delicado y que hay personas que lo experimentan con miedo. No saben cómo gestionarlo. 

Mucho más allá de esta reacción se nos revela nuestra naturaleza energética y espiritual y la cogemos con pinzas por temor a la locura.

Y es cierto que está apertura sin los pies bien arraigados, sin nuestro pilar interior bien centrado puede ser muy desestabilizadora. 

No es la experiencia la que desestabiliza, sino como lo vive cada quien. 

Para quien esto se le abre, si lo rechaza, se está rechazando a si mismo/a. 

Y en cambio es una experiencia que nos permite dar un paso hacia el sentido y la trascendencia.

Un paso adelante para recordar quiénes somos realmente. 

Jon Landeta

Jon Landeta