A veces cuesta encontrar el camino y nos enfrentamos a dilemas, preguntas cuya respuesta no estamos preparad@s para conocer. Y en la impaciencia de salir de la incomodidad, del “no saber” tomamos acción, o nos retiramos a la cueva, o nos enredamos la cabeza con pensamientos.
Pero tu alma ya conoce el camino, solo está experimentando el enredo, viviendo la experiencia a jugar “como si” no lo supiera.
Pero si seguimos alimentando esa huida, no tendremos contacto con la respuesta, ni con lo que en realidad nos conviene, y enfermamos emocional e incluso físicamente. Algo muy liberador puede ser: “mira la respuesta, pero no hagas nada”.
En decisiones importantes, por ejemplo una separación, o un cambio de trabajo, me suelo encontrar que la persona da muchas vueltas a asuntos que no son el miedo o la preocupación fundamental, tratando de evitar un contacto con lo real.
Aquí funciona muy bien identificar la respuesta, y además darse el permiso de no hacer nada con ello.
No obligarse a tomar acciones y darse un tiempo de reposo.
De esta manera empezamos a escuchar nuestro corazón, y también acogemos a nuestr@niñ@ interior, que puede estar literalmente paralizad@ de miedo.❤